sábado, 8 de febrero de 2020

La espada


En mi alma hay esquirlas de esperanzas,
una muerte sin agobio,
que me envuelve en añoranzas
y me encierra en purgatorio.

Aún resuenan las palabras
y un suspiro de deseo
que recuerdo en madrugadas
y revivo en mis desvelos.

No hay descanso en conciencia
para quien vive su duelo,
pues el frío de la ausencia
es el más cruel de los hielos.

Pesa mucho mi agonía,
es mi espada de Damocles,
pende fuerte y danzarina,
me condena en mis temores.

No me importa vivir herido
si al final, también perezco;
no hay peor muerte que el olvido,
y al dolor, lo cura el tiempo.



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