viernes, 21 de junio de 2019

21 de junio

Hoy me desperté, miré al lado de mi velador y te vi, como cada noche, como cada día. Dos fotos reposan en ese cuadrito: una de joven, en una cédula de identidad; la otra de viejito, bueno, no tan viejito. Miro ese portaretratos cada mañana al empezar el día, y sonrío. Sé que estás presente, por eso no dudo en saludarte hoy.

No me extraña haber arrancado la jornada extrañando el sabor de tu deliciosa pastasciutta, deseando tomar un té con limón en vaso de vidrio, visualizándote con tu pulóver verde oscuro, tus jeans gastados, tu bufanda cuadrillé y tus anteojos grandes. No me extrañaría tampoco sentir el aroma de jazmines de forma repentina, incluso en un lugar donde no haya jazmines a la vista, porque me ha pasado. Porque sé que donde hay jazmines, estás vos.
Creo que por eso jamás, nunca, fui a ver tu tumba. ¿Qué es ese lugar frío, oscuro, gris, impersonal; que nada tiene que ver con vos? ¿Qué son esas parcelas rectangulares, simétricas, con tierra y mármol, con flores resecadas por el viento, que nada dicen de uno mismo? ¿Por qué iría a buscarte ahí si sé que allí no está tu esencia?

Aprendí a encontrarte en la belleza de los sentidos. Aprendí a hallarte en la naturaleza. En los colores, en el cielo azul, en el rojo de los ladrillos, en el verde de los árboles, en el "piar" de los pajaritos. En cada jazmín, en cada rosa, en el jardín florecido, en cada racimo de uva de la parra que hiciste crecer de un pequeño trozo que trajiste en tu bolsillo, desde tu lugar de origen al lugar donde formaste tu vida. Te encontré en el sabor de los fideos, de la tarta de verdura, en el brócoli, en las galletitas redondas que comíamos cada tarde. Te encontré en los libros que tanto me enseñaste a amar a punto tal de querer ser yo quien los escriba. Te encontré en los ojos de papá, en la pera con hoyuelo de mi hermana, en las miradas, las sonrisas y la calidez de la familia que encontré cuando fui a tu tierra. Te encontré en los animales, con una nobleza y un amor incondicional muy similares al tuyo.Te encontré en tu pueblo, en tu ciudad, en las ruinas históricas, en las pinturas renacentistas, en las montañas, en la casa con adoquines, en las callecitas con piedras y casas con macetas en las ventanas, en las verdes praderas. Te encontré en los utensilios que creabas con todo el ingenio de tu mente brillante. Te encontré en tus documentos, en tus energías, en la vitalidad que corre dentro de mí cada día. Te encontré en cada palabra nueva que aprendo en tu idioma natal, y te encontré también en canciones que escucho cuando necesito sentirte a mi lado.

Hoy entiendo que nunca te fuiste, que siempre estuviste, y que siempre vas a estar conmigo para toda la eternidad. Porque quienes aman, nunca nos abandonan. Aún así, no puedo dejar de extrañarte, de soñarte, de querer un abrazo tuyo, otra charla con vos, otra anécdota tuya. No te enojes si lloro, no puedo evitarlo.

¡Feliz cumple, nonno mío!


martes, 18 de junio de 2019

Frente a ti

*2012

Si supieras lo bello que es amarte en silencio, te amarías como a nadie en este mundo.
-Buen día- me dices, con tu humeante taza de café en la mano y tu habitual expresión mañanera con el entrecejo fruncido. 
Buen día, amor imposible.
Te observo, te oigo, te pienso y te sueño. Imagino conversaciones contigo.
Me encandilan tus ojos cuando me miras fijamente. Juraría que veo un brillo especial en ellos cuando los posas sobre mí (¿o, tal vez, es justamente lo que quiero ver?). Veo cómo aleteas, distraído, tus pestañas en cada movimiento facial involuntario que haces. Lo haces mecánicamente, de modo insignificante, pero inconsciente planificado, como lo es todo en ti -nada librado al azar-. Y, para mí, este momento es mágico.
Te siento respirar.
Te escucho debatir y esgrimir argumentos.
Te veo engullir todo tipo de alimentos.
Te veo sonreír, y todos mis sentidos pierden el control absoluto de sus funciones, generando luego una continua repetición sensorial en mi mente, en mi cuerpo, en mi Alma.
Mi boca calla, mis ojos gritan. Mi corazón me traiciona.
Me miras fijo. ¿Acaso lees mis pensamientos? ¿Me estás analizando? Estás serio -como siempre- pero de repente sonríes. Maldita sea. Otra sonrisa, otro bombardeo en mi corazón. Me sonríes, y tu semblante cambia. No lo notas (o no lo quieres notar) pero tus mejillas enrojecen. Sí, definitivamente tus ojos brillan. Centellean destellos de luz, de vida, emergiendo entre tus pupilas, intentando atravesar esa dura y firme armadura emocional que tienes. ¿Por qué te cuesta tanto ver la dulzura que yo veo en ti?
Te miro, y pienso en que no sé si soy merecedora de un espectáculo tan bello de la naturaleza.
Quisiera poder romper esta corta, larga, fría y tenaz distancia que nos separa, esta cercanía que nos aleja, esta lejanía que nos acerca.
Levanto la cabeza y te miro... qué lejos estás. Quiero hablarte... pero las palabras mueren cuando intento pronunciarlas.
¿A dónde van las palabras que reprimo?
¿A dónde van los pensamientos y anhelos que no concreto?
¿A dónde van los besos que muero por darte y no me atrevo?
¿A dónde vas? ¿A dónde voy?
Si supieras lo bello que es amarte en silencio... aún cuando mis ojos gritan.


jueves, 13 de junio de 2019

¿Existes?

Se me cierran los caminos de tan solo pensar
en cuánto más tiempo tendré que esperar
hasta encontrarte, amor mío... 

Se me inhiben las esperanzas
y se esfuman las añoranzas
de imaginar si existes.

No sé cómo hacer, no sé cómo actuar, 
no sé si creer en lo que va a continuar,
no sé si un porvenir me echará luz
para distinguirte entre la multitud.

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