ni para quien florece en su esencia,
ni para aquellos que mueren por valores,
que viven y dejan vacío en su ausencia.
Este mundo no está hecho para los poetas
que, nostálgicos, le cantan a la luna
ni para aquellos románticos
que dejan el corazón en su pluma.
Parecen ya muertas tantas esperanzas
y tantas promesas de amor eterno,
van todos esquivando ajenas miradas
olvidando así su niño interno.
Es que este mundo cambiante y errático
no comprende lo que a uno trasciende,
el altruismo es algo enigmático,
para quienes tan sólo egoísmo sienten.
En un sinfín de incertezas
y de reemplazos materiales
pareciera una demencia
vivir creyendo en ideales.
Ser quien encuentra belleza en lo intangible
y alimenta su ser de enriquecer su interior,
te va a llevar a lo incomprensible
de sentir soledad, con gente alrededor.
La sustancia real de lo imperfecto,
la empatía abierta hacia los demás,
el aceptar nuestros propios defectos
y la plena consciencia de ser uno más;
no pareciera estar en la agenda de hoy día
ni como idea de camino a lograr,
está ya muerto el tiempo de la poesía,
y del amor como conexión real.
Ante el dolor de saberse distinto
y de abrazar la agridulce soledad,
queda la voz que aclama el instinto
de hacer de ti mismo tu propio lugar.
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