domingo, 9 de julio de 2017

Despedida

-Ti amo- le dijo, luego de aquel dulce y prolongado beso, tomando su rostro, ese rostro que tanto admiraba, entre sus manos; y apoyando su frente con la de ella.
-Yo también te amo. No quiero que te vayas, Francesco, se me rompe el corazón en cada despedida. Dime que volverás, por favor- le suplicó.
-No puedo prometerte semejante cosa.
-¿Por qué no?- preguntó ella, mirándolo fijamente a los ojos, con la voz quebrada de quien siente que el mundo se desmorona a sus pies y nada puede hacer para arreglarlo. 
-Porque tengo una misión que cumplir, y lo sabes- sentenció de manera firme, solemne, aunque triste-. Sabes que hay causas que superan las voluntades de los individuos, y que éstas requieren de todo el compromiso posible en tanto y en cuanto tengamos vida. Hice una promesa y tengo que cumplirla-cerró los ojos y le susurró:- lo siento.
Las lágrimas de Rosalí resbalaban por sus mejillas confundiéndose con las gotas que caían del cielo, intrépidas, puntiagudas, filosas; como si atravesaran cada orificio de su piel. Otra vez la lluvia acompañaba un momento intenso, profundo y generaba un ambiente íntimo entre los dos, agudizando cada sonido, cada aroma, la suavidad al tacto; eternizando cada sensación. Como si marcara cada uno de los comienzos y de los finales en su historia, prometiendo una próxima vez, como sellando un pacto implícito de reencuentro entre ambos. 
Pero esta vez era diferente, era doloroso. Sentía que el cielo lloraba como lo hacía ella, que lo inevitable se hacía presente y que, con el dolor de su alma, tenía que dejar ir a aquel hombre que había amado con locura y devoción, al único hombre que había amado de verdad; y no sabía si iba a volver a verlo. La guerra se llevaba su esperanza, su aliciente, la única compañía que quería para el fin de sus días, y -con el dolor más amargo de todos los dolores- por dentro lo comprendía, porque conocía a aquel hombre como a la palma de su mano y sabía que no lo hacía por odio, sino por amor. 
-No me olvides, por favor. 
-Nunca podría hacerlo.
-Cuídate, por favor. Te escribiré. Te estaré esperando.
-Ciao, amore mio...


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